Son muchos los factores que se deben tener en cuenta a la hora pensar en ser agricultor o un nuevo campesino, no es solo el interés de cultivar y cosechar, la vida agrícola requiere de toda una planificación y estudio para poder tener los mejores resultado, compartimos un pequeño resumen de los aspectos más importantes a tener en cuenta a la hora de querer hacer productivo nuestro terreno.
Selección y/o evaluación del terreno
La selección de un terreno adecuado para la agricultura es un paso fundamental para asegurar el éxito de los cultivos y maximizar la productividad de las cosechas. La calidad del suelo y las características topográficas del terreno son factores clave que determinarán la viabilidad de establecer un cultivo rentable y sostenible a largo plazo.
Las condiciones topográficas del terreno, como la pendiente, la orientación y la exposición al sol, son elementos importantes a tener en cuenta. Un terreno con una pendiente pronunciada puede tener problemas de erosión, mientras que un terreno plano puede facilitar la acumulación de agua en charcos, lo que afectaría el desarrollo de las raíces de las plantas. La orientación del terreno también es importante, ya que determinará la cantidad de luz solar que recibirá un cultivo y, por lo tanto, su capacidad de fotosíntesis y crecimiento.
Las características físicas del suelo, como la textura, estructura y porosidad, son factores determinantes para el desarrollo de las raíces de las plantas y la disponibilidad de agua y nutrientes. Un suelo arcilloso retendrá más agua, pero puede ser propenso a la compactación, lo que dificultará el crecimiento de las raíces. Por otro lado, un suelo arenoso frenará más rápidamente el agua, lo que puede ser beneficioso en regiones con altas precipitaciones, pero requerirá una mayor fertilización para suplir la falta de nutrientes.
La composición química del suelo, es decir, la presencia de macro y micro nutrientes necesarios para el crecimiento de las plantas, también es un factor determinante a la hora de seleccionar un terreno para la agricultura. Un suelo pobre en nutrientes requerirá una mayor inversión en fertilizantes y enmiendas para obtener una buena producción, lo que afectaría la rentabilidad del cultivo.
Por último, el aprovechamiento del suelo es un factor clave a tener en cuenta a la hora de seleccionar un terreno para la agricultura. La disponibilidad de agua para el riego, el acceso a infraestructuras como caminos y redes eléctricas, y la proximidad a mercados y centros de distribución, son aspectos que influyen en la rentabilidad y sostenibilidad de un cultivo.
Preparación del suelo
La preparación del suelo es un paso fundamental en el proceso de cultivo, ya que un suelo bien preparado proporciona las condiciones óptimas para el crecimiento de las plantas y el desarrollo de raíces fuertes. Existen varios pasos que se deben seguir para preparar adecuadamente el suelo antes de sembrar:
- Analizar el suelo: Ya hemos hecho esta revisión en el paso anterior, hemos detectado la clase de suelo con la que contamos y cómo poder aprovecharlo al máximo.
- Eliminar malas hierbas: Antes de comenzar a trabajar el suelo, es importante eliminar todas las malas hierbas y restos de plantas para evitar que compitan con los cultivos por los nutrientes y el espacio, para ello la erradicación manual o aplicación de herbicidas orgánicos o ecológicos.
- Labranza del suelo: La labranza del suelo consiste en trabajar la tierra para aflojar y airear. Esto se puede hacer mediante el uso de un arado, o un rastrillo, dependiendo del tamaño del área a cultivar. La labranza ayuda a mejorar la estructura del suelo, facilita la absorción de agua y nutrientes por las raíces y favorece la actividad microbiana.
- Incorporar al suelo materia orgánica: Una vez que se ha labrado el suelo, es recomendable incorporar compost, estiércol o materia orgánica para enriquecer el suelo con nutrientes y mejorar su estructura, esto ayuda a retener la humedad y a mejorar la capacidad de drenaje del suelo.
Al hacer un buen proceso de preparación del suelo logramos conseguir mejores condiciones físicas, químicas y biológicas, ya que le proporcionamos al suelo una mejor aireación, ayudamos al control de erosión y aportamos nutrientes que permiten mantener húmedo el suelo. Ahora sí estamos listos para sembrar.
Siembra y cuidados
Una vez tenemos nuestro terreno listo, podemos pasar a la siembra, pero antes debemos tener en cuenta la selección de la semilla.
Debemos tener en cuenta la variedad, calidad, viabilidad de germinación, tamaño y cumplir con las condiciones ambientales para que ésta prospere.
Cuando ya tenemos la semilla apropiada procedemos a la siembra directa o a la germinación en bandejas para luego trasplantar las plántulas, esto se recomienda para hortalizas.
Una vez logramos tener la germinación de nuestras semillas es importante proporcionar a las plantas la cantidad de agua necesaria para su crecimiento, evitando tanto el exceso como la escasez de riego.
El riego adecuado para un cultivo dependerá de varios factores como el tipo de cultivo, el clima, el suelo y la etapa de crecimiento de la planta. Sin embargo, es importante tener en cuenta algunas recomendaciones. Cada tipo de planta requiere una cantidad específica de agua para crecer de manera óptima, el exceso de agua puede provocar encharcamientos en el suelo, lo que podría causar pudrición de raíces y enfermedades en las plantas; por lo que se recomienda mantener un riego uniforme, distribuir el agua de manera homogénea para evitar zonas secas o encharcamientos. Otro factor a tener en cuenta es el clima, éste influye en la frecuencia y cantidad de agua que necesita el cultivo. En épocas de altas temperaturas, es probable que se requiera un riego más frecuente.
Adicional al agua, debemos hacer un control permanente de plagas y enfermedades; es importante recordar que el control integrado de plagas y enfermedades es la mejor estrategia, combinando diferentes métodos de control de manera sostenible y respetuosa con el medio ambiente, algunos aspectos a tener en cuenta son:
- Implementar prácticas culturales como la poda adecuada, el riego correcto y la fertilización equilibrada para fortalecer la resistencia de las plantas.
- Monitorear regularmente los cultivos para detectar de forma temprana la presencia de plagas y enfermedades.
- Utilizar métodos de control biológico, como la introducción de depredadores naturales de las plagas.
- Emplear métodos físicos, como el uso de trampas o barreras físicas, para evitar la entrada de plagas en los cultivos.
Bueno no nos olvidemos del proceso de fertilización y abono, proceso necesario para proporcionar a las plantas los nutrientes necesarios para su desarrollo, recomendamos
- Utilizar abonos orgánicos como compost, estiércol o abonos verdes para mejorar la estructura y fertilidad del suelo.
- Utilizar fertilizantes orgánicos en cantidades y momentos adecuados para suplir las necesidades nutricionales de las plantas.
- Monitorear constantemente la salud de las plantas y la calidad del suelo para ajustar el programa de fertilización según sea necesario.
Y finalmente nuestra cosecha, recolectar, transformar o almacenar, transportar y comercializar ; la recompensa a un buen trabajo, la recompensa que nos da la tierra al saber cultivar y regresar a ella lo que nos da, con su cuidado.
“El buen Agricultor es un verdadero cultor del campo y no un minero extractor , que no conserva ni repone lo utilizado del suelo, sino quien valora y cuida de la tierra como su principal fuente de sustento” (https://repository.agrosavia.co/bitstream/handle/20.500.12324/19450/45077_60887.pdf?sequence=1&isAllowed=y)
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